martes, 19 de agosto de 2008

En lo que estaba yo cuando Pulp la estaba rompiendo.



El año pasado, uno de mis amigos más queridos me regaló un disco de un tal Jarvis. Yo cachaba el nombre porque una vez me hice un amigo en esa vieja comunidad de Internet, llamada “Virtualia” y gracias a él, conocí bal-le-duc cuando todavía estaba en Irarrázabal y las fiestas terminaban a las 6 de la mañana (gracias a ese Jarvis chilensis).

Me acuerdo de que encontré que el disco de Jarvis (2007 y, por cierto, totalmente recomendable) era “redondito” y me hizo mucho sentido una canción llamada “Don’t let him waste your time”, que le dediqué a varios fulanos que conocí. Hasta ahí sabía yo de Jarvis.

Dentro de las curiosidades que me han ocurrido acá en la ciudad de Concepción, llegó a mis manos un dvd de Pulp. Ahí entendí de dónde había salido este divo llamado Jarvis y por qué durante la segunda mitad de los noventa, todos nos empeñábamos en utilizar camisas con resabios de los 70 en lugar de las de franela que predominaron durante la primera mitad de tan memorable década (producto de la explosión de Seattle).

Claro, claro, cómo no haberme dado cuenta en ese mismo momento de que estaba ocurriendo –a la vez– la explosión de ira y sentimientos dolorosos de Nirvana, Pearl Jam, Alice in Chains o Soundgarden y –como diría un amigo de Alicante– “al otro lado del charco”, Jarvis y Pulp, Brett Anderson y Suede, los hermanitos Gallagher y Oasis, o Blur y Supergrass (creo que Radiohead va aparte, por ello la exclusión ex profeso) estaban haciendo que la gente bailara en las discos, mientras se hacían críticas al esnobismo (“Common people”, 1995) o se defendía a la ancianidad (“Help the aged”, 1998), además de cantarse pegajosas canciones de amor (o desamor -finalmente, ¿cuál es la diferencia?), como “Disco 2000” (1995) o “Babies” (mi favorita, 1994).

Y, bueno, ¿dónde estaba yo mientras todo esto ocurría? Creo que –para variar– luchando contra algún trastorno depresivo (mío o de alguno de mis amigos, da lo mismo), pasando ramos en la U y sufriendo con las sucesivas enfermedades y muerte de mi viejo (entre el 94 y el 97).

Menos mal que Jarvis es divo y que siempre hay fulanos venerándolo. Uno de esos me regaló el disco solista y el otro me prestó el dvd. Y ahora, me sumo: soy una más. Tengo “Babies” de ringtone en mi móvil y me alegro de no haberlo descubierto antes ¿y saben por qué? Tan simple como que es el que me alegra los días ahora, en agosto de 2008, cuando me acerco peligrosamente a cumplir 31 y sigo siendo una soltera disquera.

Salud por ti, Jarvis.
Nos vemos en la disco.

3 comentarios:

Negrit@ dijo...

cuek! con suerte conozco a algunos....


ojala resulte lo del FDS lemurcilla...pa actulizarnos un rato.....jojojoo


atte.
Topito

calli dijo...

saluuuuud, completamente por jarvis pues además de todo está pa comérselo con papas fritas. o sin.

Pamela Catalán Segovia dijo...

Pero totalmente de acuerdo. Hay algunos que dicen que es feo. Pero yo creo que con la onda que tiene... está para gozarlo, jajajajajjaa.