miércoles, 30 de diciembre de 2009

10 Cosas que Amé del 2009


1. Volver a vivir en Viña.
2. Pasar el Año Nuevo con Tomás, Mateo, Santiago, Esteban, Carol y todos los que estuvieron en casa.
3. Mirar el mundo desde arriba del trapecio (fue muy emocionante, gracias Cinthia Vásquez).
4. Enamorarme de un hombre bueno... pero bueeeeenooooooo ...
5. Sorprender a Pedro con la visita de su hermana para el cumpleaños. Aunque hubo alguna que trató, no pudo evitar que lo sorprendiera, jaja.
6. Participar del Directorio de la Iglesia.
7. Leer en el culto y delante de todos, la Primera y Segunda Lectura Bíblica (sentía que se me hacía un hilo de voz).
8. Tener una pequeña pelea de enamorados con Pedro en la Avenida del Mar (era tan lindo el fondo, que hasta arreglaba la discusión).
9. Tener la primera reunión pre-boda con el Pastor de la Iglesia.
10. Rendir la PSU, recibir los resultados y saber que, si quisiera, sería una estudiante de Derecho con holgura.

Los votos de Optimus Prime


Después de algunos meses de ser estrenada, tomé la decisión de arrendar y ver la segunda película de los Transformers para saber, entre otras cosas, por qué hay gente que quiere votar por Optimus Prime para presidente.

La película “de efectos especiales” (si es que tal categoría existe) presenta escenarios espectaculares (ni nada más ni nada menos que las Pirámides egipcias de fondo), para esconder una máquina capaz de destruir el sol y, por ende, toda la vida del Sistema Solar. La existencia y uso de la macabra máquina está ligada a un antiguo conflicto de los hermanos Prime, un clan mega poderoso, compuestos por siete hermanos (si no me equivoco), uno de los cuales quiso utilizarla en la Tierra, un planeta con vida, por lo que fue detenido por todos sus otros hermanos. Este malvado que quiere echar a andar la máquina nuevamente, sólo podría ser detenido con la intervención de otro Prime, es decir, sólo de alguien de su “aceite” (¡!¿?) (… es que, obviamente, la palabra sangre no combina con las máquinas… pero, ustedes me entienden).

Y ahí viene Optimus Prime, revivido y mejorado, gracias a un insignificante humano, a detener a los malos. Cosa que le resulta sencilla, puesto que es demasiado poderoso, justo, considerado y respetuoso (pero sólo con los buenos, porque a los malos los destroza).

Y leo entre líneas, que quienes pusieron y pondrán en el voto que Optimus Prime es quien debe ser electo para las presidenciales, están hasta la coronilla de nuestros políticos demagogos y a la antigua, y anhelan un líder poderoso y magnánimo con quienes son parte de su grupo, y de una rudeza brutal con quienes son sus enemigos. Alguien que no se equivoca en sus juicios porque es fuerte a morir, pero “bueno de adentro”, alguien que es capaz de morir y reinventarse gracias al apoyo de sus amigos…

Y que haya gente votando por Optimus Prime… me hace pensar, ahora mismo, que va a salir Piñera

sábado, 5 de diciembre de 2009

Wishlist

I wish I was a neutron bomb, for once I could go off
I wish I was a sacrifice but somehow still lived on
I wish I was a sentimental ornament you hung on
The Christmas tree, I wish I was the star that went on top
I wish I was the evidence, I wish I was the grounds
For 50 million hands upraised and open toward the sky

I wish I was a sailor with someone who waited for me
I wish I was as fortunate, as fortunate as me
I wish I was a messenger and all the news was good
I wish I was the full moon shining off a Camaro's hood

I wish I was an alien at home behind the sun
I wish I was the souvenir you kept your house key on
I wish I was the pedal brake that you depended on
I wish I was the verb 'to trust' and never let you down

I wish I was a radio song, the one that you turned up

miércoles, 11 de noviembre de 2009

Mafalda


Como ya se vienen las elecciones...

domingo, 8 de noviembre de 2009

Mañana de domingo, pensando en Pablo


Hace tiempo que le prometí a Pablo que escribiría algo en su honor, dado que se iba a vivir a Bélgica un tiempo y, por supuesto, no cabía la posibilidad de darle un regalo que cupiera en la pequeña maleta que se permite llevar en el viaje a Europa para iniciar, por lo menos, por un tiempo, una nueva vida.

Mi vida con Pablo lejos sigue siendo tranquila, no he llorado su distancia, porque para mí, casi todo sigue igual. Sin embargo, noto mi ilusión: todavía conservo la idea de que vive aquí al lado. A veces, todavía me parece que vendrá un domingo temprano, a pasar la mañana porque las llaves del departamento se le quedaron adentro (en esta parte, viene el emoticon con cara de risa; porque, en realidad, no fue tan así). Todavía pienso que, cuando me anime nuevamente a ir a bailar a Blondie, lo encontraré allí, dando sus magníficos pasos de baile y haremos nuestras pretenciosas danzas de chicos pro. A ratos, todavía espero que suene el teléfono y que me diga que viene a mi casa sólo porque está por aquí cerca, para beber coca cola light y tener largas pláticas, inteligentes y ociosas, un buen rato.

Lo cierto es que nada de eso va a pasar en los próximos meses. Pablo ahora vive en Bélgica y no sé bien qué pasa con él. Final de año me consume y no logro escribirle en extenso y, por ende, no recibo noticias de la vida en la Belgique, salvo por esa canción de Valparaíso que me envió en francés y que permanece como el misterio de su osadía.

Así que lanzo mis preguntas al ciberespacio, pensando en que se responderán algún día: ¿tendrá, Pablo, como nuevo amor a Bruselas? ¿extrañará la comida de Chile, esos tomates húmedos y el vino barato, pero bueno? ¿irán bien esos estudios, esa desafiante experiencia de ser estudiante extranjero? ¿me extrañará Pablo, así como yo, a sus espontáneos diálogos, su presencia casi omnipresente de vecino y asiduo a los mismos lugares, a las mismas bandas, a algunos pasatiempos queridos? y por último, ¿cómo será verlo todo tan distinto, en ese distanciarse, en ese crecer mientras todos los demás siguen igual, sin cambios, en su país natal; sí, finalmente, cómo estará mi amigo Pablo?

lunes, 14 de septiembre de 2009

Pensando en Carla Vera


Ayer me sorprendió el notición: Me llamó mi amigo Álvaro Barrueto y me contó que falleció Carla Vera, en un confuso evento -que la prensa llamó suicidio- y que nadie que la conoció se atreve a llamar de esa forma...

Y justamente, una hora antes, mientras me probaba una blusa ultra linda, semi transparente, elegante y costosa, yo pensaba en ella. Era su estilo de ropa.

Frecuentemente, cuando trabajaba en la refinería, pensaba en que quería ser como la Carla Vera. En ella, todo parecía parsimonioso y calmo. Y no sólo por sus enormes ojos claros y su cara pecosa y dulce, sino que también por su estampa pequeña y refinada, casi enjuta, fotografía perfecta de la belleza que se profesa en estos días.

Yo no dejo de pensar en ella, linda, y las pequeñas conversaciones que sosteníamos en el baño. Y también recuerdo cuando participamos en un Seminario de Responsabilidad Social Empresarial desde el punto de vista del género. Cuando, de vuelta y al bajar de su auto, me caí al suelo y ella corrió a recogerme, tan cálida, tan preocupada.

Quién lo diría. Dicen que la procesión se lleva por dentro. Yo, simplemente, lo lamento. Y pienso en su familia, en su hermano, en su ex novio. Pienso en el 18 triste que pasarán quienes la amaron. Pienso en el agujero en el pecho que, más grande o más pequeño, nos dejó a todos con su caída.

jueves, 23 de julio de 2009

No, en realidad, no es el lugar para mí.



Todavía estoy consternada con el poder de los insultos. Un insulto bien proferido, conociendo las debilidades de aquel que maldices, es un arma -yo diría- tan terrible como un cuchillazo, pero que se da en el alma, en esa materia inasible que es la identidad y con la que nos vemos todos los días, eso que nos habla cada vez que estamos frente al espejo, eso que hace que nos enamoremos, que tengamos amigos, que confiemos o desconfiemos de alguien.

La verdad es que estoy triste. A pesar de que me crié en un cerro de Valparaíso, en donde el insulto es cosa diaria para convivir con el resto (tanto, que casi no parece insulto), ya no tengo la costumbre de recibir, dar ni permitir insultos. Pero no me quedó otra que sentarme y escuchar a un superior en el trabajo, mientras me decía que mi apariencia no es la apropiada para el cargo y que parecía bruja. Detrás de él había una ventana desde la que se veían las ramas de un árbol. Puse mi vista en esas hojas, fijamente y soporté el embiste con todo el honor que se puede recibir un insulto de tal tipo. Sólo quería que dejara de hablar. Y no pude evitar recordar todas las veces en las que un compañero de trabajo, una compañera de trabajo, un amigo o una amiga me contaron las brutalidades que un jefe les decía, cómo esto les causaba dolor, cómo ello socavaba su autoestima y los desmotivaba profundamente. Nunca había entendido esas palabras como me pasa hoy, ahora.

¿Por qué la gente se permite dar juicios tan rotundos, tan dañinos sin medir las consecuencias? ¿Habrá pensado este personaje -y todos los demás como él- que después de eso se sigue trabajando de manera productiva? ¿Piensan las personas en el daño que le hacen a otros, a los menores a ellos, quienes dependen de su guía? ¿Piensan los que se dicen cristianos o católicos en que a esos que tienen bajo su poder son precisamente aquellos en los que se puede ver el rostro de Cristo en la tierra?

viernes, 22 de mayo de 2009

Los Secretos Poderes de Facebook, Pensamientos sobre la Vida Contemporánea



A decir verdad, me paso muchas, muchísimas horas de mi semana en el trabajo. Casi no veo a mi madre o a mi quiltra y sólo en vísperas de feriado logro reunirme con mis amigos. Vivo en una suerte de cansancio sempiterno y en este rodar y rodar, todos los días necesito una válvula de escape que se llama facebook.

Al principio, cuando vivía en Conce, era la herramienta para saber de mis amigos, de mi familia, de sentirlos un poco más cerca. Pero, en esta época de mi vida, he descubierto algunos de los secretos poderes de facebook.

Hace un par de días, leí en un foro ocioso que yo misma hice (titulado "¿Por qué nos gusta Sheldon?"), el testimonio de una madre de un niño Asperger que escribió su nombre con las letras inversas cuando tenía dos años y medio, y se los indicó en el espejo. Por el nombre de Jen aparecía esa historia. Y me da lo mismo si corresponde a algo verdadero o simplemente verosímil, el asunto es que era una historia conmovedora, original... Pero mi sorpresa ante los secretos poderes de facebook no queda en esto nada más: otra persona, de cuyo nombre no me recuerdo, comentaba que era Asperger y que era una etiqueta que le permitía relacionarse con una parte de sí que le había sido difícil de encarar, pero que, al ser aceptada, le había hecho la vida más fácil y feliz. Mi pregunta es cuántas veces en la vida, alguien tiene la suerte de acercarse al interior de un Aspie. Insisto, verdad o ficción, no deja de maravillarme.

Y el asunto no termina ahí. Desde que tengo en facebook a mi primo Felipe, no deja de llamarme la atención cuánto tira la sangre, pues, conociéndonos tan poco, hay cosas en las que nos parecemos tanto. Uno no tiene idea de cuánto hay en los genes que nos hace ser de cierta forma. Otro misterio más. Qué bueno que, a pesar de que se pueda pensar que la vida se va en esto de tanto trabajar, el poder de la sorpresa no se agota y, aun más, aparece en las instancias más curiosas que podrían haber. Como facebook.

viernes, 1 de mayo de 2009

Día del trabajo y ser feliz



Antes me parecía un día festivo más. Al día de hoy, me parece casi un milagro, una alegría. En los actuales tiempos, al parecer, el recurso más escaso es el tiempo y un día de asueto es un verdadero, aunque breve, premio.
Quizás todo esto me pasa porque me costó mucho madurar y, de acuerdo a ello, siempre me negué a trabajar muchas horas al día, a que el tiempo se me fuera en el trabajo. En esta época de mi vida, conozco a muy poca gente que pueda declinar cuando le ofrecen una pega, ya se sabe: las noticias no dejan de alarmarnos (en demasía, pienso yo) respecto de las enfermedades, de los costos de la vida, del desempleo, la delincuencia.
Pareciera que la cultura en la que estamos inmersos no nos dejara ponernos en contacto con nosotros mismos, con nuestras necesidades, con los que queremos. Así que para celebrar el día del trabajo, me quedé toda la mañana en cama, jugando con el twitter y facebook, dormí sin tener que despertar para salir corriendo a la oficina o algo así y me reuniré con amigos queridos, compartiremos una buena comida, música, nos reiremos un rato, bailaremos. Maneras simples, pero con resultados comprobados para sentirse feliz.

domingo, 12 de abril de 2009

After Dark o una Interpretación de la Oscuridad.



¿Qué es la oscuridad? Al parecer, esa es la interrogante que Haruki Murakami quisiera responder con este libro, en el que, en una noche, se dejan ver las oscuridades más diversas que nos acompañan y/o portamos.
Se trata de una narración de apariencia calma -como una noche- cuyas sombras lentas pueden alcanzar alturas trágicas (como en el caso de Eri Asai). Como se señaló en The New York Times Books Review: "Murakami escribe la mitología del nuevo milenio".
Como en todas las novelas de Murakami, hay personajes entrañables, como Kaoru, Komugi, Takahashi o la misma Mari Asai. Sin embargo, no se alcanza la vorágine onírica de Kafka en la Orilla, su libro anterior, que remueve las entrañas de cualquier amigo de la literatura. No es eso, tampoco, lo que promete After Dark.
After Dark nos invita a practicar un ejercicio de observación minimalista para, luego, devolvernos a nuestras vidas, mirando a las noches, el dormir y a nuestras hermanas de otra forma. Y, por sobre todo, a esperar, sin ninguna certeza, pero con fe, la llegada de la luz del día.

domingo, 15 de marzo de 2009

Hace un año...


...Estaba en Concepción, celebrando el cumpleaños de Anita Apablaza y pensando que no sería tan importante para mí eso de no asistir al concierto de Jarvis Cocker. Desperté regando las plantas y, más tarde, fui a la peluquería a que me alisaran el pelo. Pasé a buscar a Barrueto y su hijo de cuatro años me dejó en claro que me consideraba guapa (dijo que me veía "chipi" y, cuando se despidió, "chao, mi negri"). Dolores había hecho sushi para celebrar a la Ani y lo pasamos muy bien, aunque yo no entendía esa necesidad o ese estado en el que todos estaban y que implicaba estabilizarse, asentarse. En general, me sentía confundida, algo apesadumbrada porque mi relación amorosa no me satisfacía y pensaba que las cosas que, en mi fuero interno, anhelaba, eran inalcanzables.

Hoy, vivo en Viña. Desperté esta mañana con Martín (el gordo gato siamés que tengo por compañero de cama) apoyado en mis brazos y ronroneando, tomé el teléfono y le canté el cumpleaños feliz a Anita Apablaza otra vez. Todavía no puedo creer que no haya visto a Jarvis Cocker (¡¿por qué me hice eso?!), sobre todo, con los comentarios que provocó. Hace un par de noches, yo fui la que hizo sushi para sus amigos y no siento, para nada, que el pelo liso me haga ver más guapa. Al contrario, amo mis rulos, hoy teñidos color ámbar -que, en realidad, me hacen ver algo más castaña.

Pero lo que es mejor que todo es que me siento firme, soy muy feliz con la persona que está a mi lado y a cuyo lado me encanta estar. Los sueños parecen más cerca que nunca de cumplirse y lo curioso es que son sueños de asentamiento, de estabilidad. Lo vine a entender un año después ¿Será que esto es crecer?

domingo, 22 de febrero de 2009

Amalia y Martín


Mucho se ha escrito de los gatos, de lo adorados que fueron en Egipto, de lo bellos y definitivos que son, como mencionó Baudelaire y Edgard Allan Poe, cada uno a su forma; de cómo el ethos del gato quiere -quiso- ser atrapado en la eternidad por un Johnny Walken y de cómo un hombre de sombra liviana, llamado Nakata, podía hablar con ellos.

Quisiera tener pretenciones abstractas, tan altas, estéticas e imperecederas como las anteriores. Pero quiero escribir de Amalia y Martín, a quienes, en mi simpleza, confundí con siameses cuando su majestuosidad es birmana, cuando sus juegos siempre han estado llenos de un significado que yo no podía comprender, como un espectador inocente ante una danza sufi.

Hoy, Martín está obeso y duerme pegado a mí, mientras escribo. Ya aprendí que se le llenan los ojos de negro cuando tiene rabia, que exhibe su barriga al aire cuando apetece cariño. Martín es dulce y arisco, suave y tosco.

Hoy, Amalia está enferma, duerme tranquila, y mi alma se acongoja y busca culparse porque la Malita no está bien. Amalia juega todo el tiempo y es curiosa, y le encantan los machos, y cuando está así de quieta, mi alma se parte y quiere darse a ella -como un soplo de luz- para que vuelva el júbilo y la travesura, como cuando se producen los deshielos al llegar la primavera y la vida emerge por doquier.

Y busco el perdón de Amalia y Martín porque, aun haciendo mi mejor, pero pobre y humano intento, no he sabido del todo amarlos y cuidarlos bien.

miércoles, 21 de enero de 2009

Esta vida es la que siempre quise




Escribo de mañana, en mi laptop, tal como lo hace diariamente Roberto Ampuero a quien tuve la dicha de escuchar algunos días atrás, gracias a mi querido Rafael.–pero no escribo tan temprano, no en un café, no en los States, recientemente presididos por Obama (oh, eso ya suena muy feliz).

Esta es la vida que siempre quise: hay silencio y eso me permite pensar, escribir y leer (¿no son un poco la misma cosa para el espíritu las tres?). Y cuando no quiero silencio, juego con Martín y Amalia (los maravillosos gatos siameses de mi amiga Calista) o salgo a la calle, o camino cinco cuadras hacia la casa de mi madre y juego con el perro (la quiltra, mi Buffy), riego las plantas y los árboles del patio de atrás, juego con mi hermano, converso con mi madre. Es tan bueno estar cerca, pero también estar aparte ¿Sonaré un poco a Emily Dickinson en mi amor por el jardín y esa cierta distancia metafísica? En fin, da lo mismo, esta es la vida que siempre quise.

Mis primas, que son como las hermanas que no tuve (pero que sí tengo), están cerca y con ellas, mi fabulosa sobrina. Interna y también externamente, me reconcilié con las personas con las que tuve peleas, como así también, con aquellas con las que he tenido discusiones. Me gustan las cosas simples: el calor de la familia, después de haber estado años lejos de ella y un poco de comprensión, después de haberse argüido diferencias irreconciliables, incluso, me complazco con el solo intento. En esta simpleza tan naive está la vida que siempre quise.

Y, por supuesto, soy un ser humano normal, y siempre anhelo más: me gustaría tener hijos e hijas, y poder conocer Kyoto en clan; me gustaría haberme leído ya todos los libros de Ampuero y de Haruki Murakami, pero, ¡por el amor de Dios, me falta tanto por leer!; me gustaría saber de Historia, de Filosofía y de Teología, mucho más que lo poco que sé; me gustaría que mi menisco derecho no estuviera dañado, de manera de practicar artes marciales y levantar pesas, como la chica ruda que pretendo ser; me gustaría haber visto todas las películas de Bergman, de Fellini, de Tarkovsky, Bertrand Blier y muchos otros cineastas más; pero la vida es como es y, en mi caso, la que siempre quise y mis tiempos son bastante más prosaicos que lo que yo misma quisiera, pero da lo mismo, soy feliz y eso es lo que vale.

lunes, 12 de enero de 2009

Into the Wild


… Soy yo, pero también sé que son hartos más, algunos he conocido, que creen que la libertad es alcanzable, que es un ejercicio.

… Soy yo, pero también espero que sean muchos más los que no se dejen invadir por esta cosa rara y pesimista que está circundando, lo de la crisis y las deudas, lo de que las cosas seguirán mal.

… No soy yo, es verdad: el aire es gratis, pero el agua no, aunque dicen que a nadie se le niega un vaso de ella.

… Y me tinca que en estos tiempos de crisis, que sí, claro que la hay, lo mejor es tener redes de apoyo, de amigos, familiares, con los que compartir y no perder el corazón por un ataque, porque se aprieta por las cuentas (cuando siempre, siempre son solucionables todos los problemas).

… Además, es verano ¿se dan cuenta de que hay calor y gente contenta por todos lados? ¿de que se puede, eventualmente, ir a pie a la playa o pasear al perro o acariciar al gato, o mejor si se tiene polol@ o un gran amig@ con el que compartir una película, un té con pan batido, una cerveza para hacerle el quite al calor o cualquier otra cosa al gusto del lector?

… No soy yo, es verdad: todos nos preocupamos de repente, pero la vida es tan amplia como el cielo. A veces sólo basta una canción buena, como estas de Ed Vedder, para recordarte que estás viv@ y junto con ello, lanzarte a la ola, abrirle el pecho al viento, sentir y dejarse ser.

… Soy yo, pero ¿querrán algunos acompañarme en esta invitación?