miércoles, 21 de enero de 2009

Esta vida es la que siempre quise




Escribo de mañana, en mi laptop, tal como lo hace diariamente Roberto Ampuero a quien tuve la dicha de escuchar algunos días atrás, gracias a mi querido Rafael.–pero no escribo tan temprano, no en un café, no en los States, recientemente presididos por Obama (oh, eso ya suena muy feliz).

Esta es la vida que siempre quise: hay silencio y eso me permite pensar, escribir y leer (¿no son un poco la misma cosa para el espíritu las tres?). Y cuando no quiero silencio, juego con Martín y Amalia (los maravillosos gatos siameses de mi amiga Calista) o salgo a la calle, o camino cinco cuadras hacia la casa de mi madre y juego con el perro (la quiltra, mi Buffy), riego las plantas y los árboles del patio de atrás, juego con mi hermano, converso con mi madre. Es tan bueno estar cerca, pero también estar aparte ¿Sonaré un poco a Emily Dickinson en mi amor por el jardín y esa cierta distancia metafísica? En fin, da lo mismo, esta es la vida que siempre quise.

Mis primas, que son como las hermanas que no tuve (pero que sí tengo), están cerca y con ellas, mi fabulosa sobrina. Interna y también externamente, me reconcilié con las personas con las que tuve peleas, como así también, con aquellas con las que he tenido discusiones. Me gustan las cosas simples: el calor de la familia, después de haber estado años lejos de ella y un poco de comprensión, después de haberse argüido diferencias irreconciliables, incluso, me complazco con el solo intento. En esta simpleza tan naive está la vida que siempre quise.

Y, por supuesto, soy un ser humano normal, y siempre anhelo más: me gustaría tener hijos e hijas, y poder conocer Kyoto en clan; me gustaría haberme leído ya todos los libros de Ampuero y de Haruki Murakami, pero, ¡por el amor de Dios, me falta tanto por leer!; me gustaría saber de Historia, de Filosofía y de Teología, mucho más que lo poco que sé; me gustaría que mi menisco derecho no estuviera dañado, de manera de practicar artes marciales y levantar pesas, como la chica ruda que pretendo ser; me gustaría haber visto todas las películas de Bergman, de Fellini, de Tarkovsky, Bertrand Blier y muchos otros cineastas más; pero la vida es como es y, en mi caso, la que siempre quise y mis tiempos son bastante más prosaicos que lo que yo misma quisiera, pero da lo mismo, soy feliz y eso es lo que vale.

lunes, 12 de enero de 2009

Into the Wild


… Soy yo, pero también sé que son hartos más, algunos he conocido, que creen que la libertad es alcanzable, que es un ejercicio.

… Soy yo, pero también espero que sean muchos más los que no se dejen invadir por esta cosa rara y pesimista que está circundando, lo de la crisis y las deudas, lo de que las cosas seguirán mal.

… No soy yo, es verdad: el aire es gratis, pero el agua no, aunque dicen que a nadie se le niega un vaso de ella.

… Y me tinca que en estos tiempos de crisis, que sí, claro que la hay, lo mejor es tener redes de apoyo, de amigos, familiares, con los que compartir y no perder el corazón por un ataque, porque se aprieta por las cuentas (cuando siempre, siempre son solucionables todos los problemas).

… Además, es verano ¿se dan cuenta de que hay calor y gente contenta por todos lados? ¿de que se puede, eventualmente, ir a pie a la playa o pasear al perro o acariciar al gato, o mejor si se tiene polol@ o un gran amig@ con el que compartir una película, un té con pan batido, una cerveza para hacerle el quite al calor o cualquier otra cosa al gusto del lector?

… No soy yo, es verdad: todos nos preocupamos de repente, pero la vida es tan amplia como el cielo. A veces sólo basta una canción buena, como estas de Ed Vedder, para recordarte que estás viv@ y junto con ello, lanzarte a la ola, abrirle el pecho al viento, sentir y dejarse ser.

… Soy yo, pero ¿querrán algunos acompañarme en esta invitación?