martes, 18 de mayo de 2010

Me doy vueltas, pienso, pregunto.



Ayer, me acosté a las 4 de la mañana, terminando un documento para el trabajo.

A veces, pareciera que la vida pierde su sentido y quedo atrapada en eventos prosaicos, pero que -paradójicamente- son aquellos que me entregan las condiciones materiales para escribir, para soñar. Y odié lo que acabo de escribir porque suena a que le creo al materialismo dialéctico.

Pero, quién soy yo, qué hago yo, que me dejo atrapar en situaciones vanas, por tareas que considero absurdas y me aparto de lo que amo: leer poesía en inglés, profundizar en la literatura japonesa, trabajar en la iglesia, cantar por las mañanas mientras riego las plantas y sentir en cada exhalación el amor de Dios, la chispa divina de todo ser humano.

Y repito: quién soy yo, qué hago yo, que creo que puedo apartarme de las tareas que todo ser humano en estos tiempos debe enfrentar: pagar cuentas, sacar la basura, lidiar con personas mal educadas, trabajar por dinero más que por pasión, lavar los platos y la ropa sucia.

¿Alguna idea de cómo lograr el sano equilibrio?