martes, 19 de marzo de 2013

Adiós, Horizonte.

Soy una de esas personas que necesitan de la música como del aire.

En mis mejores sueños, alguien dice de mí que soy una melómana.

Todo. El dolor que creo va a matarme y el día que es luminoso como el sol de ese perfecto verano. Todo. Todo es mejor con una canción. Todo es una canción en mi cabeza.

No quiero decir con eso que sea compositora o instrumentista, porque no, ni de lejos. Quiero decir que, en mi cabeza, siempre hay una canción sonando y una letra –que igual que un poema– sirve para asir con precisión magnética lo mejor y lo peor de la vida.

Y, ayer, cuando quedaban pocas horas para el final de que mi soundtrack personal, Radio Horizonte, se acabara, me di cuenta cuál era mi tema para este final. It’s the end of the world as we know it. Casi sentí que podía cantar el I feel fine que le sigue, mientras escuchaba la sobriedad de Nicolás Castro en la despedida de El Gran Escape, a la vez que una serie de temas hermosos, llenos de sentimiento y simbolismo.

Así se fue el día más sentido de la Horizonte y, al aire, las canciones elegidas con más pasión que nunca.

Lo que me pasa es que no sé qué canciones escuchar ahora. Ni dónde buscarlas. Ni cómo deshacerme de esta congoja que no me abandona. Porque la música ha muerto en el dial, ha muerto el sentido de comunidad musical, y no sé qué hacer porque soy una de esas personas que necesitan de la música como del aire y de mirar un horizonte en conjunto, también.

1 comentario:

kariki...fortaleza siempre dijo...

estoy igual que tu....es horrible